Cuento infantil – Ratón de campo, ratón de ciudad
Había una vez un ratoncito muy feliz, que vivía en el campo. Aunque era muy humilde, no le hacía falta nada. Todos los días tenía comida fresca en su mesa, y disfrutaba de una salud envidiable porque corría entre los árboles respirando aire puro.
Cuando su primo, el ratón de ciudad vino de visita, le dijo lo diferente que era el sitio donde él vivía, lleno de suculentas comidas, y de artefactos extraños pero sorprendentes. Aunque el ratón de campo no tenía muchas ganas de conocer ese lugar, terminó por ceder ante la insistencia de su pariente, y aceptó la invitación.
Apenas puso un pie en la ciudad, nuestro amiguito campirano pudo sentir la diferencia. Su tranquilidad se fue, pues había peligros por todas partes, ruidos de coches, humo, polvo, personas moviéndose a prisa de aquí para allá.
Su primo, vivía en el sótano de un gran hotel, así que su madriguera era muy distinta, elegante, con finas alfombras, y armarios repletos de cosas ricas. Del techo tenía colgado un gran queso el cual se disponían a servir como banquete para celebrar. Pero el gato les interrumpió, asomando su nariz por la puerta del escondite de los ratones.
Ambos roedores salieron disparados, huyendo del gato que venía detrás, luego una mujer, con escoba en mano, intentaba darles en la cabeza a cada paso, dando gritos tan fuertes que hacían vibrar las grandes orejas de los pobres ratoncitos.
Apenas si pudo salvarse volviendo a la casa de su primo y sin perder tiempo, se despidió de él con un abrazo, para volver al campo lo antes posible.
Desde lejos, el aroma de la hierba invadió sus pulmones, entonces, sus ojos se llenaron de lágrimas al mismo tiempo que saltaba con gusto porque faltaba poco para llegar a casa. Donde podría nuevamente tener una vida tranquila y disfrutar de su felicidad sin necesidad de tantas cosas materiales.
FIN
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