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Obra de teatro – De Azucena la cena

Título: De Azucena la cena.

Autor: Adela Basch.

Personajes: Azucena, Mozo.

Escenario: Restaurant elegante.

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(Inicia la escena en un restaurant elegante. Entra Azucena, una mujer muy bien vestida y se sienta a la mesa. El mozo se acerca, ella se levanta, lo toma del brazo y lo conduce hacia su mesa).

Azucena: (Habla rápido.)
Buenas noches, señor. Por favor, ¿me podría atender enseguida? Estoy apurada.

Mozo: ¿Qué dice, si la podría tender? ¿Dónde quiere que la tienda?

Azucena: Disculpe, dije si me podría atender.

Mozo: Sí, ya escuché, me preguntó si la podría tender. Esto es un restorán, no es un lugar para que la gente se tienda. Si se quiere tender vaya a tenderse a un sillón, a un sofá o a una plaza.

Azucena: ¿A una plaza? ¿Para qué?

Mozo: Para tenderse en un banco, si quiere.

Azucena: Yo a los bancos voy a pagar las cuentas, no a atenderme. Para atenderme voy a…

Mozo: (La Interrumpe)
Claro, para tenderse viene al restorán. Pero aquí la gente no viene a tenderse, viene a comer. Si quiere tenderse vaya a otro lado.

Azucena: Señor, usted no me entiende, yo no quiero tenderme.

Mozo: Señora, usted me preguntó si yo la podría tender. Y yo a los clientes no los tiendo.

Azucena: Yo no sé si los tiende, pero ¡me parece que no los entiende!

Mozo: (Irritado) ¡Claro que los entiendo! Pero no los tiendo. Lo único que a veces tiendo es la ropa: camisas, medias, pan…

Azucena: (Lo interrumpe) ¡Pan! Justamente, podría ir trayendo pan, por lo menos.

Mozo: Señora, yo me refería a pantalones.

Azucena: ¿Pantalones? ¿Para qué quiero que me traiga pantalones? Si quisiera pantalones no vendría a un restorán, iría a una tienda de ropa. Si vengo acá, es para comer.

Mozo: ¿Y por qué no come en lugar de hablar tanto?

Azucena Cómo quiere que coma si usted no me trae nada, ni siquiera me muestra las entradas?

Mozo: Señora, usted de entrada tomó las cosas mal.

Azucena: ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo nada para tomar? Ni agua me trajo…

Mozo: Si usted me pide que la tienda yo no sé qué traerle.

Azucena: Señor, por favor, entienda: no le pido que me tienda, ¡sino que me atienda!

Mozo: ¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no es clara yo no la puedo atender.

Azucena: ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siempre Azucena.

Mozo: ¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?

Azucena: ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.

Mozo: Pero, ¿en qué quedamos? ¿No acaba de decir que siempre la llamaron Azucena?

Azucena: ¿Y a la cena de quién quiere que me llamen? Señor, ¿por qué no la termina con esta escena y se ocupa de mi cena?

Mozo: Señora, no la entiendo. Usted dijo que la llamaron a mi cena, y acá la que viene a cenar es usted, no yo. Yo estoy trabajando de Mozo.

Azucena: Sí, de Mozo… demos o… demos o… otra oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me trae algo para comer?

Mozo: Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar unos tomates rellenos?

Azucena: Podría ser. ¿Están buenos?

Mozo: Claro, son tomates de quinta.

Azucena: ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que si vengo a un restorán es para que me sirvan comida de primera, no de quinta.

Mozo: Pero, señora, justamente, son tomates de quinta, excelentes…

Azucena: (Se levanta y ce acerca a la puerta)
¡Quédese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!

(Telón)